Una de las mejores experiencias que viví en Perú fue visitar la montaña de siete colores (o Vinicunca), a nada más y nada menos que 5.100 metros sobre el nivel del mar, casi la misma que la del campo base del Everest. No tanto por la montaña, que es chula pero no tiene los colores que se ven en Instagram; y más por experimentar las consecuencias de la altura en el cuerpo.
Ya nos habían avisado que la altura se iba a notar. Que daba igual que en España corriéramos maratones o hubiéramos ganado competiciones de crossfit. Que allí arriba, cada paso costaba una vida. Por eso, al llegar a Cuzco, que está a 3.400 metros, seguimos todos los remedios que nos recomendaban. Desde masticar hoja de coca, a beber sus infusiones o tomar pastillas de farmacia para ayudar a paliar ese mal de altura.
Nos aclimatamos durante un par de días y al tercero nos recogieron prontito, a las cinco de la mañana. Después de dos horas de camino llegamos al poblado de Cusipata, donde tomamos un desayuno para coger fuerzas. A continuación, el autobús siguió subiendo por una pista de tierra hasta llegar a los 4.600 metros, que era el lugar donde empezaba la caminata. Cuatro kilómetros y 500 metros de desnivel, que en Valencia se hacen en una horita y sin despeinarse, y que allí cubrimos en dos horas y a punto de la extenuación. No te imaginas lo que costaba, es muy difícil de expresar con palabras el cansancio que suponía dar cada paso.
Los locales ofrecían el servicio de subirte en caballo, pero nosotros preferimos hacerlo a pie. Pese a eso me sorprendió ver como corrían, como si estuviéramos a nivel del mar, como si la altura no importara. Nosotros a 160 pulsaciones simplemente por caminar, y ellos a toda velocidad. Me acordé de eso que dicen, que las personas no somos más o menos válidas, que a veces todo es cuestión de estar en el sitio adecuado.
Al llegar arriba la vista lo compensaba. Así que quisimos más, y en lugar de bajar directos de nuevo al autobús redoblamos el esfuerzo y caminamos hasta el Valle Rojo. Juzga por por ti mismo ese paisaje, prometo que no tiene Photoshop…
Lo único malo, que al abajo tenía un dolor de cabeza terrible y estaba destrozado. Pese a eso, lo recomiendo