Por fin estoy aquí. Miami me ha recibido con solazo y una temperatura de 23 grados, que para qué pondría yo prendas de manga larga en la maleta. Llegué el viernes por la noche y cogí un Uber hasta mi alojamiento.
Después de darle muchas vueltas, decidí reservar un Airbnb en el Downtown, la parte al lado del mar donde están los edificios altos. Quería una ubicación céntrica para no tener que alquilar coche, usaré Uber para las reuniones. El apartamento tiene gimnasio, ahora que he cogido el hábito no quiero perderlo; y lo más importante, una zona de coworking en el piso 37 que es una maravilla. Es algo más caro que vivir lejos, pero me ahorro la oficina y el coche.
El sábado me desperté a las 4 de la mañana por el jet lag, y estuve viendo mails e intentando conseguir reuniones a través de Linkedin. Mi objetivo aquí es buscar empresas que puedan necesitar servicios tecnológicos, tanto de desarrollo de apps como de cualquiera que podamos ofrecer en Lãberit. A las 8 pensé que ya era suficiente trabajo para un sábado, así que salí a explorar la zona y hacer un poco de turismo. Aunque por aquí casi nadie camina, fui andando hasta Miami Beach, cruzando Venetian Causeway, un puente histórico que cruza cinco islas y es una maravilla. Pasé el resto del día por la playa hasta que las piernas ya no me respondían después de hacer 25 km. Volví a mi alojamiento y me acosté pronto.
El domingo tuve mi primera reunión, de estas que surgen sin esperártelo, pero que son super interesantes. Cuando conté que me venía me escribió Pedro Langa, un valenciano afincado en Miami desde hace diez años. Quedamos para desayunar a las 8.00 de la mañana al lado del mar. Pedro tiene una historia espectacular: graduado en administración de empresas, empezó a trabajar en Londres para PwC, y se movió por todo el mundo, de Hong Kong a África, auditando cientos de empresas. Después pasó por el gigante Alibaba, y ahora trabaja como interim CFO. Además es inversor y está muy ligado al ecosistema startup. Me dijo eso de que «great minds think alike», y es que desde el principio fue como que nos conociéramos de toda la vida. Van a salir cosas chulas seguro.
Después del desayuno fui a conocer Wynwood Walls, una zona en el Midtown famosa por sus murales de colores. Volví al hotel, un poco más de Linkedin para conseguir reuniones, y por la tarde salir a correr hacia la isla de Cayo Vizcaíno, a través de un puente de unos 3 kilómetros con unas vistas espectaculares. Durante la semana tengo reuniones muy interesantes con empresas de aquí, sigo contando.