Nueve años del evento que marcó el inicio de RUDO

Atento. Quizá hoy sea uno de esos días que marque el resto de tu vida. Yo no me esperaba que el 6 de febrero de 2015, justo hoy hace nueve años, ese evento al que asistí tímido y algo asustado, iba a cambiar la mía. Y es que estos tres locos de la foto, Jorge, Ismael y Elisa la pusieron patas arriba.

Unos días antes estaba en Facebook (qué tiempos aquellos en los que Facebook aún era la gran red social…) cuando vi que una amiga había dado “like” a un evento de emprendimiento que iba a celebrarse el fin de semana en Valencia. Lo organizaba la incubadora de empresas Demium Startups. Que yo, en ese momento, ni sabía lo que era una incubadora. Pero aun así me interesé. Según leí, te ofrecía “los recursos, la metodología y las herramientas necesarias para ayudarte a construir tu dream team, validar tu idea de negocio, crear un MVP, identificar el product-market fit, lanzar una solución escalable y recibir inversión”. ¡Qué de cosas nuevas!

Juntaban a emprendedores que querían montar empresas, les formaban, les daban una idea a desarrollar y después de dos días de trabajo tenían que presentar lo hecho. Me apunté y a los pocos días me llamaron para una entrevista. Allí me estaba esperando Ismael Teijón, el director de proyectos de Demium, para durante casi una hora entrevistarme. Salí victorioso ya que me dijeron que había sido seleccionado.

El viernes 6 de febrero de 2015 llegué a Allstartup con el estómago apretado de los nervios. ¿Me iba a encontrar con cracks del emprendimiento que ya habían creado un montón de empresas? ¿Iba a servir yo para eso? Nos recibió sonriente Elisa Gómez. Éramos unas 25 personas. Nos dijeron que nos pusiéramos en corro para presentarnos. Uno de los chicos, que luego nos dijo que era Jorge Dobón, el CEO de Demium, tenía una pelota. Se presentó y luego lanzó la pelota a otro de los emprendedores para que este se presentara y así hasta que todos hubiéramos contado en un minuto algo sobre nosotros. Después hicieron un speed networking para que nos conociéramos un poco más, mientras votábamos en una aplicación que personas eran nuestras preferidas para trabajar.

A continuación, pasamos a la sala de formación donde nos contaron de forma genérica lo que era una startup. Ahí ya se empezaban a introducir conceptos y palabros raros, que ahora uso cada día. Seguimos con una segunda formación sobre modelos de negocio mientras cruzaban las votaciones y hacían los equipos. La idea era juntar un grupo de cuatro personas con roles definidos (negocio, técnico, marketing y diseño) en el que no hubiera duplicidades y cada rol estuviera presente. Al finalizar las formaciones, nos iban nombrando uno a uno y diciendo en que equipo estábamos. Con ese equipo era con el que después se iba a trabajar todo el fin de semana sobre un proyecto de startup que ya estaba funcionando en otros países, y por tanto había sido validado.

En solo un día había aprendido conceptos nuevos, conocido a 25 personas, tenía un equipo y un proyecto, y ya solo tocaba empezar a trabajar en como ejecutarlo. A lo largo del fin de semana teníamos que identificar el problema, proponer una solución, validarla, calcular el tamaño del mercado, la competencia, definir el modelo de negocio, hacer un plan de marketing, las proyecciones de ventas. Y por último establecer un road map con pasos a seguir e hitos a conseguir. El objetivo final era presentar el proyecto por medio de un pitch con toda la información el domingo por la tarde. Ese día Demium se llenaba de integrantes de otras startups y algunos inversores dispuestos a conocer equipos desde el principio.

Fue un fin de semana intenso y frenético, en el que conviví con otros locos como yo, que ahora lo petan en sus trabajos o en sus empresas. Entre otros, Jorge Cantero, Pablo Cortés, Dani Colomer, Juanjo Torres, Ángel Sustaeta, Fran Meca, Damien Martín, Andrés Bosch, Emilio Peña, Carlos Montesinos

Al finalizar las presentaciones, el equipo de Demium elegía a las personas con las que quería seguir trabajando, proponiéndoles participar en su programa de incubación. Cuatro meses trabajando ya sobre un proyecto real, teniendo previamente que dejarlo todo para emprender. Era una decisión difícil, una apuesta que no todo el mundo estaba dispuesto o podía dar. Al final, junto con Marcos Plazas, un diseñador brillante que también había participado en el evento, decidimos ir adelante.

Ese fue el inicio de Sclusib, la startup que no funcionó como pensábamos, pero que constituyó el germen de Rudo, mi actual proyecto, y en el que ahora ya trabajan 70 personas.

Quien me iba a decir a mí que ese día iba a ser EL DÍA.

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