Como monté mi tercera empresa. Sclusib, una startup para influencers. De la idea al Allstartup de Demium (1 de 3)

Marcos Plazas y Richard Morla empezando Sclusib

Os voy a contar como monté Sclusib, mi primera startup, después de haber montado ya dos empresas tradicionales. Como es bastante largo lo voy a dividir en tres post, empezando desde que estaba buscando la idea, hasta que participé en el evento Allstartup de la incubadora de empresas Demium.

En enero de 2015 vivía en Valencia y me ganaba la vida con la tienda de ropa que había abierto en 2012 junto con mi socio Fernando Salóm. Se trataba de una franquicia de la marca de moda inglesa Superdry. Montamos la tienda como una inversión, con la idea de contratar gente para que la llevara, mientras nosotros la dirigíamos y buscábamos empleo (yo en marketing y Fer como informático). Pero las cosas no salieron como pensábamos y los tres primeros años fueron un desastre. Nuestros planes se fueron al traste y nos tocó trabajar como dependientes ocho horas al día durante seis días a la semana. Pero eso es otra historia. Ya habían pasado tres años y la tienda iba viento en popa. Tenía cinco empleados y yo trabajaba dirigiéndola, aunque también me tocaba atender 25 horas a la semana. El resto del tiempo lo tenía libre.

Superdry Store Valencia

 

Buscando una idea

Sabía que era el momento de hacer algo nuevo, pero no me salían las ideas. Tenía claro que no quería trabajar para otro, pero no se me ocurría qué empezar. Dedicaba un montón de tiempo a leer sobre nuevas oportunidades, sobre tecnologías punteras, sobre emprendedores que habían triunfado con sus negocios. Pero no surgía ninguna suficientemente buena como para que quisiera dedicar los próximos años de mi vida a llevarla a cabo.

Por lo que tengo entendido mi situación no era normal, ya que generalmente la gente tiene ideas, pero no está dispuesta a dedicarles tiempo. Yo tenía tiempo, pero ninguna idea que pensara podía ejecutar de forma rentable. Así que decidí empezar a pensar de forma más sistemática. Me puse un horario de dependiente por las tardes de 4 a 9 en Superdry, y empecé a ir cada mañana de 9 a 2 al almacén de la tienda para organizar las ideas. En casa no conseguía ser productivo, ya que tenía muchas distracciones y yo me desconcentro cuando pasa una mosca. No conseguía levantarme de la cama cuando sonaba el despertador, el sofá y la tele estaban demasiado cerca, y siempre me tiraba dos horas para cocinar y comer. Así que monté una pequeña oficina en el almacén y me pasaba allí todas las mañanas dándole vueltas a la cabeza.

Mi oficina en el almacén de Superdry Valencia

La primera semana escribí todas las ideas en folios, hasta llegar a un listado con el que me sentía cómodo. Luego iba investigando sobre cada una de las ideas (competencia, mercado, target…) mientras la lista se iba haciendo más corta. Hasta que una de ellas emergió por encima del resto. Os cuento:

 

La inspiración

Como os he dicho, al principio mi tienda no iba muy bien, pero como era una franquicia tampoco podíamos hacer demasiadas cosas por nuestra parte para mejorar los resultados, aparte de optimizar los costes. Pero lo que necesitábamos era vender más, así que junto con la central empezamos a desarrollar acciones de marketing con el objetivo de aumentar las ventas. La idea era llevar a gente a la tienda, ya que no está en la calle principal de compras sino en una secundaria. Pusimos publicidad exterior en el centro para que la gente supiera que estábamos a pocos metros, pero no funcionó tan bien como pensábamos. Hicimos una fiesta anunciada en los 40 principales con uno de sus DJs y no vinieron más de 30 personas. Dábamos flyers, pero conseguíamos mover a muy pocas personas.

La marca tiene un target universitario y la ropa tiene un precio medio alto. Poco a poco nos dimos cuenta que estos universitarios en realidad no compraban debido a la crisis y a los nuevos hábitos de consumo. Preferían gastarse el dinero en salir y en viajar que en ropa. Descubrimos que ese target universitario no era de compra, si no aspiracional. Y que los compradores reales eran adultos en torno a 45 años, que querían un toque juvenil y sus hijos de 13 que querían parecerse a los universitarios de los anuncios. Así que empezamos a hacer acciones dirigidas a ese target adolescente, ya que cuando estos venían a comprar lo hacían acompañados de sus padres (que eran quiénes pagaban) y así ellos también se compraban algo. Para llegar a ellos hicimos acciones con embajadores de marca en los colegios privados de la provincia. También empezamos a dejarnos ver en las fiestas que organizaban en discotecas light. Poníamos el logo en los flyers, y en la sala colocábamos más carteles y sorteábamos ropa. Además, dábamos ropa a los chicos y chicas que hacían de imagen de la discoteca.

 

Jonan, el futuro influencer

En una de esas fiestas me presentaron a Jonan, un chaval de 16 años que por entonces tenía 10.000 seguidores en Twitter. Me pareció que tenía un potencial brutal y junto con el chico que hacía de su representante decidimos hacer una quedada en la tienda. Esto es, Jonan anunciaba en su Twitter e Instagram que iba a estar allí y supuestamente 30 o 40 niñas y niños aparecerían. El objetivo era que esos adolescentes conocieran la tienda, se hicieran fotos, y con un poco de suerte en el futuro volvieran sus padres o abuelos para que les compraran una camiseta. La quedada era un domingo, día que la tienda estaba cerrada, para no interrumpir con la gente las ventas. Yo había preparado algo de picar y alguna bebida para los asistentes. No me esperaba mucho, pero era una acción barata y creía que algo podía aportar.

Cuando faltaban 3 horas para abrir, empecé a ver en Twitter e Instagram que ya había gente haciendo cola. Y cuando llegué a la tienda una hora antes había más de 100 personas esperando. Rápidamente llamé a unos amigos para que vinieran a ayudarnos. Cuando llegó Jonan tuve que escoltarle para que entrara por la puerta de atrás. Calculo unos 500 adolescentes locos por verle. No pudimos abrir, tuvimos que dejar la puerta cerrada e ir dejando que pasaran en fila para que pudiera firmarles un autógrafo y hacerse una foto.

Adolescentes esperando a Jonan Perrea a la puerta de Superdry Valencia

No me lo podía creer, se nos fue por completo de las manos. ¿Cómo era posible que un chaval de 16 años, que no era actor, ni cantante, ni modelo, pudiera tener más poder de convocatoria que una campaña en una radio nacional? Nos pasamos toda la tarde con él sin parar de firmar autógrafos. Se subieron cientos de fotos a las redes sociales y durante meses después venía gente que decía que conocía la marca por que su nieta, sobrina, hermana o hija había estado en la quedada de Jonan. Y solo nos había costado darle algo de ropa. Después de eso seguimos haciendo cosas con Jonan y yo no dejaba de pensar en como rentabilizar su influencia.

 

Sclusib, el Youtube de las fotos

Esa idea era la mejor de las que me rondaban, así que me pasé semanas estudiando a los influencers y los negocios asociados a ellos. Partners de youtube para ayudarles a mejorar su monetización de videos, managers para gestionar su relación con marcas, venta de contenidos propios como libros, discos, merchandising, posters o ropa…  Y me di cuenta de que el medio por el que eran conocidos (Twitter o Instagram) no compartía los ingresos publicitarios que ellos obtenían con las visualizaciones de sus fotos. Los creadores de videos si que obtenían ingresos de Youtube, ya que cuando subían un video Youtube se encargaba de poner publicidad en el video y después le pagaba en función del número de visualizaciones. Pero como he dicho no sucedía lo mismo con Instagram o Twitter, por mucho que una foto suya tuviera cientos de miles de visualizaciones, ellos no obtenían ningún tipo de ingreso del medio, solo lo obtenían si en esa foto anunciaban directamente alguna marca. Así que quise crear el Youtube de las fotos, una aplicación en la que los influencers subieran sus fotos, nosotros pusiéramos publicidad, y compartiéramos los ingresos publicitarios con ellos.

 

¿Y cómo monto yo esto?

El problema era cómo ejecutar esa idea, ya que requería desarrollar una tecnología (una aplicación móvil) y yo no era programador. Tampoco tenía claro como enfrentarme a un proyecto tan grande. Mientras seguía dándole vueltas en el almacén de la tienda vi que una amiga había dado me gusta en Facebook a un evento de emprendimiento de la incubadora de empresas Demium Startups. En ese momento yo no sabía lo que era una incubadora, pero me interesé. Según leí Demium «te ofrece los recursos, la metodología y las herramientas necesarias para ayudarte a construir tu Dream Team, validar tu idea de negocio, crear un MVP, identificar el product-market fit, lanzar una solución escalable y recibir inversión». ¡Qué de cosas nuevas!

Resulta que en quince días organizaban un fin de semana en el que juntaban a emprendedores que querían montar empresas. Pero lo curioso de todo es que no buscaban una idea, si no gente que quisiera desarrollar empresas. Los juntaban durante un fin de semana en una oficina, les daban una idea a desarrollar y el domingo tenían que presentar el trabajo. Yo no cuadraba en su concepto, ya que sí tenía idea. Pero aun así, me apunté y a los pocos días me llamaron para una entrevista. Allí me estaba esperando Ismael Teijón, el director de proyectos de Demium, para durante casi una hora entrevistarme. Salí victorioso ya que me dijeron que había sido seleccionado. El evento se llama Allstartup, el mío era la sexta edición y ahora ya van por la 28. Sabía poco más que era un finde completo desde el viernes a las 4 de la tarde hasta el domingo a las 12 de la noche, y que iban a ser días muy muy intensos de formaciones y trabajo, y que ese evento podía cambiar mi vida. Y la cambió.

 

Allstartup de Demium desde dentro

El viernes 6 de febrero de 2015 llegué a Allstartup con el estómago apretado de los nervios. ¿Me iba a encontrar con cracks del emprendimiento que ya habían creado un montón de empresas? ¿Con chicos recién salidos de la universidad? Éramos unas 25 personas. Nos dijeron que nos pusiéramos en corro para presentarnos. Uno de los chicos, que luego nos dijo que era Jorge Dobón, el CEO de Demium, tenía una pelota. Se presentó y luego lanzó la pelota a otro de los emprendedores para que este se presentara y así hasta que todos hubiéramos contado en un minuto algo sobre nosotros.

Presentaciones en Allstartup de Demium Startups
Foto prestada de www.jorgecantero.es

Después de conocernos un poco más, entramos en la sala de formación donde nos contaron de forma genérica durante una hora y media lo que era una startup. Ahí ya se empezaban a introducir conceptos y palabros raros, que ahora uso cada día.

Después llegó el speed networking. Había un montón de sillas una en frente de la otra. Te sentabas en una y delante tenías a otra persona con la que hablar durante cinco minutos. Al acabar puntuabas a la persona en cuestión en una aplicación web en el móvil en función de lo que te había gustado y pasabas a la siguiente, y así hasta conocer a todos. Aunque siempre me he jactado de conocer a la gente al primer vistazo, después me di cuenta de que cometí muchos errores con mis primeras impresiones. ¡Pero es que conocer a 25 personas de una vez es muy complicado! Que gente más distinta, con vidas tan diferentes y objetivos tan dispares.

Entramos a una segunda formación sobre modelos de negocio mientras cruzaban todos los datos y hacían los equipos. Cuando acabó la formación nos iban nombrando uno a uno y diciendo en que equipo estábamos. Con ese equipo era con el que después se iba a trabajar todo el fin de semana. La idea era juntar un grupo de cuatro personas con roles definidos (negocio, técnico, marketing y diseño) en el que no hubiera duplicidades y cada rol estuviera presente. El problema es que había mucha más gente de marketing y de negocio que diseñadores y sobre todo que técnicos. En ese momento me pareció raro, pero años después ya me he dado cuenta de que es como la vida misma: los programadores son los dioses en las startups.

En mi grupo éramos tres, dos personas de negocio y un técnico. Primero había que decidir el puesto de cada uno, como he dicho debería haber:

  • Un líder o CEO (Chief Executive Officer)
  • Un responsable técnico o CTO (Chief Technology Officer)
  • Uno de marketing o CMO (Chief Marketing Officer)
  • Uno de diseño o CDO (Chief Design Officer)
  • En algunos casos un responsable de operaciones o COO (Chief Operating Officer)

Como éramos dos de negocio, decidimos que mi compañera Friné Gadea fuera la CEO y yo encargarme de la parte de marketing y de diseño. Después había que decidir el proyecto sobre el que íbamos a trabajar. Se trataba de replicar loque hacían startups que ya estaban funcionando en otros países. Nos los explicaron en la sala de formación y nos dieron a elegir. Como he dicho no se trabajaba sobre las ideas de cada uno. Las primeras etapas en la creación de una startup son muy complicadas, así que se trata de minimizar el riesgo trabajando sobre modelos de negocio que ya han sido validados fuera de España y que se sabe que funcionan. Nosotros elegimos uno sobre masajes terapéuticos a domicilio que lo estaba petando en USA.

Mi equipo en Allstartup de Demium Startups

En solo cuatro horas había aprendido conceptos nuevos, conocido a 25 personas, tenía un equipo y un proyecto, y ya solo tocaba empezar a trabajar en como ejecutarlo. A lo largo del fin de semana teníamos que identificar el problema y proponer una solución, intentando validarlo por medio de entrevistas con el target adecuado. Posteriormente se calculaba el tamaño del mercado y se estudiaba la competencia. Se definía el modelo de negocio, se hacía un plan de marketing y proyecciones de ventas. Y por último se establecía un road map con pasos a seguir e hitos a conseguir. El objetivo final era presentar el proyecto por medio de un pitch con toda la información el domingo a las 4 de la tarde.

A las 9 de la noche, y después del trabajo “obligatorio” del equipo sobre el canvas, llegaba la parte voluntaria en la que podías elegir si quedarte a trabajar o irte a casa y volver al día siguiente. Y hubo de todo, gente que se fue inmediatamente y otros que aguantaron hasta las seis de la mañana currando. Yo que no soy nada nocturno y que no consigo trabajar más de 8 horas al día concentrado, me fui sobre las 11 de la noche.

 

Segundo día de Allstartup

El sábado a las 9.15 empezamos una formación sobre viabilidad donde ya se notaban los efectos de los que habían decidido trasnochar. A las 10.00 una segunda formación sobre Producto Mínimo Viable y el resto del día trabajamos en el proyecto con el grupo mientras varios mentores se iban pasando y ayudándote. Destaco a Javier Megías que es la persona que más sabe de España de startups, a Vicente Esteve ayudándonos con las finanzas y a Antonio González que nos contó toda la parte legal. Era genial poder discutir con gente que ya dirigía sus startups, que había conseguido rondas de financiación y tenían decenas de empleados. Te daban consejos para avanzar, pero también te bajaban a la tierra cuando te hacías pajas mentales que no puedes ejecutar. Por eso es un día duro, ya que te das cuenta de que muchas de tus presunciones no tienen ningún sentido cuando las estudias un poco.

En Allstartup puedes trabajar todo lo que quieras para validar la idea. Lo normal es salir a la calle y hacer unas cuantas entrevistas, pero hay gente que se lo curra mucho más y monta una web, e incluso le mete tráfico real por medio de algún anuncio en Facebook o de sus grupos de WhatsApp. Y algunos que incluso consiguen una transacción real con dinero de por medio.

A las 20.00, después de todo el día currando, era la última formación y se volvía a poder elegir si quedarte o no. Como he dicho no comparto la filosofía de que para conseguir un resultado sea imprescindible trabajar y trabajar sin descanso. Pienso que a veces trabajando más se sacan cosas muy buenas, pero otras simplemente se dan vueltas y vueltas a las cosas y se calienta la silla. Pero esa es solo mi visión. Yo me fui de los primeros, sobre las 22.00 pero hubo gente que durmió en la oficina toda la noche.

 

El tercer día y las presentaciones

El domingo era el día en el que teníamos que mostrar todo el trabajo de los días anteriores, y a las 9.15, en la formación de pitch, ya había algunos que faltaban o que no podían con su alma. Y es que Allstartup es super intenso. Después de la clase tocaba preparar las presentaciones. A las 16.30 se presentaba y Demium se llenaba de integrantes de otras startups y algunos inversores dispuestos a conocer equipos desde el principio. Yo no estoy especialmente orgulloso de mi trabajo durante esos días. Y no echo la culpa a nadie. No conseguí encajar con el equipo y además no soy bueno cuando trabajo sobre algo en lo que no creo. Y no creía ni en el proyecto (pese a que lo habíamos elegido) ni en el equipo que me había tocado. Nuestro resultado fue de aprobado raspado.

Las presentaciones finales de Allstartup en Demium Startups

Después de las presentaciones se elegía a los ganadores. Premiaron a dos equipos y también seleccionaron a gente individual con los que querían seguir trabajando. Yo no gané, pero si que quisieron contar conmigo. A los ganadores (dentro de un equipo o de forma individual) se les proponía participar en el programa de incubación de Demium, que duraba en torno a 4 meses, trabajando sobre el proyecto que habían elegido, integrándose en los equipos o montando uno ellos mismos.

 

Dejarlo todo para emprender

Los ganadores tiene un periodo corto para decidir, ya que el lunes siguiente se empieza a trabajar. Hay gente que en un día se decide y lo deja todo para empezar, otros que prefieren continuar con su trabajo habitual, otros que se lo piensan y otros que necesitan un tiempo para organizar su vida y poder emprender. Poco a poco los equipos se van cuadrando. Para acceder al programa se necesita tener una dedicación full time ya que eso de montar una startup mientras tienes otro trabajo no tiene ningún sentido. Si este es tu plan olvídate. Hay mucha gente preparada que dedica todo su día a hacer funcionar una empresa, si crees que tu puedes hacerte millonario dedicándoles un par de horas mientras trabajas en otro sitio es que te sobrestimas.

Yo propuse a Jorge y a Ismael montar mi proyecto en lugar de trabajar sobre los que nos habían dado. Decidimos reposarlo y pensarlo, ya que no tenía equipo. Al cabo de una semana me llamaron para presentarme a Marcos Plazas, un diseñador brillante y un poco loco, que también había participado en Allstartup. Era perfecto para darle a mi idea una imagen espectacular. Nos juntamos una tarde en Demium, le conté el negocio, vimos que encajábamos y decidimos empezar el programa de incubación.

Demium te ofrece una oficina en el centro, su experiencia después de haber montado decenas de startups, formaciones continuas, mentores y acceso a inversores. A cambio participa como socio con un 15% si la empresa llega a constituirse.

 

Empieza la aventura de sclusib

Así que ya lo tenía todo para empezar. Una idea que se había convertido en un proyecto real, un socio, una oficina y el apoyo  de una incubadora. Nos dieron una mesa y empezamos a trabajar junto con el resto de miembros de Allstartup 6 que habían sido seleccionados. Los chicos de Cuidum que ahora tienen más de 50 empleados y lo están petando Jorge Cantero, Pablo CortésDani Colomer  y Juanjo Torres. También con  Ángel Sustaeta y Fran Meca  de OBdriver y con  Damien Martín  y Andrés Bosch de Worcy.

En el próximo post contaré todo el proceso de creación de Sclusib, desde el periodo de incubación dentro de Demium hasta que constituimos legalmente la empresa y lanzamos nuestra aplicación. Eso si que fue lo difícil…

15 opiniones en “Como monté mi tercera empresa. Sclusib, una startup para influencers. De la idea al Allstartup de Demium (1 de 3)”

  1. Muy interesante, desconocía por completo cómo funcionaba esto de las incubadoras y los eventos de este tipo.
    Espero ansioso el segundo capítulo.
    Gracias por compartirlo

    Alex

  2. Como mola recordar esos momentos Richard!

    Es super interesante como has mejorado el trafico en tu tienda, no sabía todos los detalles! 😉

    Con mucha ganas de leer las otras partes de la historia de Sclusib!

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