Egipto

Hace un par de semanas estuve en Egipto en un viaje organizado. ¿Egipto? Maravilloso. ¿La experiencia? Terrible.

Y eso que sabía a lo que iba. Cuando decidí junto con mi amiga Rebeca visitar Egipto ya tenía claro que hacerlo por libre era complicado. Que si se quiere ver en una semana, hacerlo con una agencia es casi la única opción. No solo porque curiosamente es más barato el organizado, si no porque hacerlo por libre supone tener que contratar cada día el medio de transporte para ir de un lado a otro. Y eso implica tener que regatear continuamente, para acabar yendo también con guía organizado, pero lugar por lugar. Iba a ser mi primer viaje de este tipo, después de recorrer ya 39 países por libre. Echamos un vistazo a las opciones, y nos dimos cuentas que todos los viajes son super parecidos. Duran en torno a siete noches, con cuatro de crucero por el Nilo y tres en un hotel de una cadena internacional en El Cairo, en una habitación de esas repetidas que podría estar tanto en Nueva York como en Burgos.

Sabía que iba a ser cansado, pero es que más que vacaciones han sido un entrenamiento militar. Con su toque de corneta un par de días a las cuatro de la mañana para ver templos y su rancho en forma de buffet libre para desayunar, comer y cenar. Con los tiempos bien medidos y sin salirnos de la ruta, no fuera a ser que se nos ocurriera comprar algo en una tienda no recomendada por el guía donde los egipcios malvados nos robarían y venderían nuestros órganos.

Egipto me ha encantado, pero el turismo lo ha convertido en una industria diabólica en la que nosotros somos sólo la materia prima que alimenta la maquinaria. Hay que meter muchos turistas en aviones, hay que venderles excursiones, hay que hacerles comprar especias, papiros y pirámides de alabastro. Todo medido para que cada euro que se deje sea con el guía o el turoperador.

Para conseguirlo usan las típicas técnicas de venta. He aprendido más reconociéndolas que en un máster del ESIC. Juegan con el FOMO, insistiendo en que solo vas a estar allí una vez. Juegan con el miedo, diabolizando lo de fuera y ofreciendo ellos la seguridad por un poco más de dinero. Hay que cenar en el hotel porque salir es peligroso, hay que comprar esencias en su tienda porque con las que se compran en la calle se te cae la piel a cachos, hay contratar sus excursiones porque haciéndolas por tu cuenta te van a estafar.

Intentan también crear momentos turísticos en torno a soberanas estupideces, que no aparecen en el itinerario que contratas, pero por las que pasan todos los viajes. A visitar la casa del papiro, la casa de las esencias, la casa del alabastro y la casa de las especias. Con espectáculos incluidos que llegaban a hacerme sentir mal. En uno de ellos, el del alabastro, los artesanos te reciben sentados en el suelo esculpiendo figuras. Su jefe, como si fuera un maestro de ceremonias, te cuenta la historia de que solo ellos tienen el alabastro más puro, dejándote claro que si compras lo mismo en la calle se te va a romper a la mínima porque es de yeso. Y a medida que enumera los tipos de esculturas que tallan (que si de un gato, que si de un perro, que si de un cocodrilo) los artesanos van haciendo sus sonidos al unísono. Que si el gato miau y el perro guau… Pobres hombres.

A ver, que me quejo mucho, pero prometo que no lo he sufrido. Porque repito que Egipto es maravilloso y yo me lo he pasado bien. Pero el viaje tan organizado es como comerse una hamburguesa del McDonald’s o un tomate del supermercado. Están buenos, pero no tienen mucho sabor. Son convenientes, pero no tienen matices ni emociones. Yo disfruto más los tomates de verdad, que a veces son feos, no se parecen unos de otros, y tienen defectos. Al industrializar el turismo hemos hecho que no tenga sabor, como los tomates. Y yo prefiero conocer un país con sus imperfecciones, sin un kilo de azúcar que lo edulcore.

Primer día

Mi vuelo salía el sábado desde Madrid, así que como yo vivo en Valencia y no quería contratiempos cogí un AVE el día anterior y dormí ya en la capital. Salíamos a las 2 de la tarde directos a Luxor en un vuelo chárter de 250 personas que iban a hacer nuestro mismo viaje o similar. La agencia decía que había que estar 3 horas antes en el aeropuerto. Rebeca quería cumplirlo, pero yo le dije que prefería ir un poco más tarde, que no iba a haber un premio para los primeros que montáramos en el avión. Pese a eso al final ganó Rebeca. Al llegar, la cola era brutal, parece que la gente había decidido llegar como cuatro horas antes. Nos pusimos en ella y al ir a sacar el pasaporte me di cuenta que lo había olvidado en Valencia. Bueno, no es que lo hubiera olvidado, es que no había ni siquiera pensado que iba a necesitarlo. Rebeca me miró con cara de querer matarme. Solo había una cosa imprescindible que traer y me la dejaba en Valencia.

Yo me puse a analizar la situación rápidamente. Por supuesto no podía ir a Valencia a recogerlo y volver, el vuelo salía en tres horas. La suerte hizo que hubiera unos policías justo al lado, y les pregunté que debía hacer. Me contaron que había una comisaría de en la terminal 4 en la que me podían hacer uno de urgencia si acudía a toda velocidad con una tarjeta de embarque para ese mismo día. Hablé con la gente de la aerolínea y super amables me hicieron la tarjeta saltándome la cola. Cogí un bus hacia la terminal 4, ya que estábamos en la 1 y corrí hasta la comisaría. Había tres personas en la cola, esperé nervioso 15 minutos, y cuando me tocó el turno me dijeron que me faltaban las fotos. Volé hasta el fotomatón, me las hice, volví a la comisaría, pagué 30 euros y recogí mi flamante pasaporte nuevo. Quedaba poco más de una hora para que el vuelo saliera, y yo aún tenía que coger un nuevo bus a la terminal 1 a punto para embarcar. Pero la suerte estuvo conmigo y me dio tiempo.

En el avión me quedé dormido después del estrés de los primeros momentos. Aterrizamos, cogimos nuestra maleta, y salimos del aeropuerto, donde nos esperaba nuestro guía que ya no nos soltaría hasta acabar el viaje. Subimos al autobús y nos llevó al barco donde íbamos a pasar las siguientes cuatro noches. Todos los cruceros por el Nilo son similares. Tienen unas 40 habitaciones, un comedor con bufet libre, una sala con una especie de bar y una terraza con piscina pequeñita.

La terraza del crucero
La habitación del crucero (perdón por el desorden…)

Subimos a la habitación, que estaba bastante bien, y después de dejar las cosas bajamos al buffet libre, que debo decir era decente. Al acabar de cenar el guía nos dio la gran noticia de que al siguiente teníamos que estar a las 4.30 de la mañana desayunando. Ay.

Segundo día

Nos levantamos sin saber aun si era un nuevo día o solo habíamos dormido una siesta y continuábamos en el anterior. Un autobús nos esperaba al desembarcar para visitar los Templos de Karnak, donde destaca su impresionante sala con 134 columnas gigantes. En el mismo recinto está el Obelisco de la Reina Hatshepsut y el lago sagrado.

Templo de Karnak

Al acabar, el autobús nos llevó al templo de Luxor, con sus espectaculares colosos que representan al faraón Ramses y flanquean la entrada.

Templo de Luxor

Sin casi tiempo para procesarlo, fuimos de nuevo al bus para ver el templo excavado en la roca dedicado a Hatshepsut en Deir El Bahari.

Templo de Hatshepsut para la foto
Templo de Hatshepsut llenito de gente

Otra vez un rato de bus y ya al último destino. La Necrópolis de Tebas donde está el Valle de los Reyes. Hay 62 tumbas excavadas en la roca, entre ellas la famosa de Tutankamon. En el interior de las tumbas hace muchísimo calor y se puede ver pinturas y relieves en todas las paredes. Pero no hay objetos, todos están en los museos o fueron saqueados.

Valle de los Reyes

Al acabar paramos brevemente en los Colosos de Memnón.

Colosos de Memnón

Agotados volvimos al barco para comer. Con el sentimiento de que habíamos visto verdaderas maravillas, pero que habían pasado demasiado rápido. El barco zarpó y tuvimos la tarde para descansar. Cenamos y el barco siguió rumbo a Esna, pasando por la noche por su exclusa.

Tercer día

El tercer día fue el más light. Nos citaron a las 7.00 de la mañana y cogimos un carro de caballos para ir al templo de Edfu. Es curioso porque pese a que el templo está a solo un kilómetro del templo, no es posible ir en coche, en bus o andando. Los cocheros tienen monopolizado el sistema de transporte y no permiten que el corto trayecto se haga de otra manera.

Carruaje al templo de Edfu

Los 10 minutos de camino impresionan, ya que se pasa por una de las ciudades más destruidas que había visto nunca. Se nota la pobreza incluso más que en países como India.

Edfu

Al final, el templo merece la pena. Es greco romano y está dedicado a Horus, el Dios Alcón. Todo el interior está tallado, verlo en su día tenía que ser impresionante. El problema una vez más es que está masificado.

Templo de Edfu
Interior del templo de Edfu, casi no se podía caminar

Después de verlo regresamos al barco a comer. Volvió a ponerse en movimiento dirigiéndose hacia Kom Ombo, donde visitamos su Templo greco romano dedicado a Sobek el dios cocodrilo.

Templo de Kom Ombo
Momias de cocodrilos

Como siempre volvimos al barco a cenar. Me pareció curioso que ya llevábamos tres días y no habíamos tenido ni una sola oportunidad de hacer algo por nuestra cuenta. Ni siquiera de salir cinco minutos a caminar fuera del circuito. Siempre del barco al bus, del bus a los monumentos y otra vez al bus y al barco.

Cuarto día

El cuarto día fue el más heavy. Nos citaron a las 3.45 para coger un autobús durante cuatro horas para visitar Abu Simbel. Creo que nunca me había levantado tan pronto. A ver, realmente merece la pena. Y como llegamos los primeros pudimos hacernos fotos casi sin gente.

Abu Simbel

Hay dos templos, uno dedicado a Ramses II y otro a su esposa Nefertari. Están justo al lado del lago del lago Nasser, creado como resultado de la construcción de la presa de Asuán. Lo curioso del asunto, es que el lago iba a inundar el templo original, situado a 100 metros. Y la UNESCO decidió hacer una campaña mundial para trasladarlos, piedra a piedra, a su ubicación actual.

Interior templo de Ramses II en Abu Simbel

En dos horas acabamos la visita, y el recinto ya estaba abarrotado. Mirad la diferencia de gente respecto a mi foto anterior.

Templo de Ramses II en Abu Simbel lleno de gente

Al terminar, cuatro horas más de vuelta y llegada al barco para descansar un rato, ya que por la tarde teníamos visita al templo de Philae situado en Aswan. Pero el guía nos convenció de que esa visita no merecía la pena. Que pensé yo, que si no merecía la pena, para que nos la ponían en el itinerario… Pero bueno, el guía nos dijo que estábamos de suerte, porque visitarlo por la noche si que era una maravilla ya que había un espectáculo de luces y sonido y podíamos disfrutarlo por solo 17 euros más… Por supuesto todos dijimos que sí. Cómo para perderse esa magnífica oportunidad ¿no? El templo está en un sitio precioso, en un islote en medio del río Nilo al que solo se puede acceder en barco.

El islote donde está el templo de Philae

El espectáculo en sí es muy aburrido. Una hora que sirve para poco más que para engañar a los guiris y hacerles pagar de más. A ver, el templo iluminado es precioso, pero lo que han montado alrededor para poder cobrar deja mucho que desear.

Philae
Philae

Quinto día

El quinto día teníamos un paseo en una especie de velero egipcio denominado faluca. Nos citaron a las 7.30 para desayunar y pasar de nuestro crucero a ese barquito más pequeño. Tampoco era un planazo… Pero lo mejor estaba por llegar. Los tripulantes empezaron a cantar y nos hicieron a nosotros dar palmas y bailar. No se si era necesario hacer el ridículo de esa manera… Después de la fiesta matutina, nos revelaron la segunda sorpresa. Sabían que nos tenían prisioneros, así que levantaron unas sábanas que estaban sobre unas grandes mesas y desvelaron todo su arsenal de souvenirs. Una vez más, de un paseíto en barco que podía ser bonito, hicieron un espectáculo guiri sin interés.

El paseo en Faluca

Después teníamos descanso, pero el guía hizo una vez más de las suyas. Por supuesto, lo tenía todo perfectamente planeado. Nos convenció de que era la oportunidad de oro para visitar un pueblo Nubio auténtico… Los nubios son un grupo étnico de africanos indígenas de la actual Sudán y el sur de Egipto. Por solo 45 euros más podíamos ver como vivían en realidad. Todos dijimos que sí nuevamente. Pero en qué hora… Vaya tela de excursión.

Nos bajaron del barco mediano y nos subieron en una barca más pequeña. Después de una horita por el Nilo llegamos a un pueblo que parecía Port Aventura, con casas de colores casi de cartón piedra.

Pueblo Nubio

Se supone que en el pueblo vivían familias de verdad, pero nos metieron en una casa de mentira en la que había un cocodrilo gigante y dos pequeñitos que se encargaban de ir poniendo en la cabeza de los turistas para una foto y por un dólar. Por supuesto, tampoco faltaba la mujer haciendo tatuajes de henna.

Una casa del pueblo Nubio

Pero eso no era todo, después del pueblo teníamos la oportunidad única de bañarnos en el Nilo y de dar un paseo en camello. Que sonaba genial pero solo tenéis que comprobar por vosotros mismos lo apetecible y auténtico que era.

Baño en el Nilo
Camellos para pasear turistas al lado del Nilo

Vaya engaño bueno que nos metieron. Volvimos al barco a comer, y después un bus nos llevó al aeropuerto de Aswan para coger un vuelo a El Cairo a nuestro super hotel.

En el camino el guía nos insistió en que cenar en el buffet libre del hotel era la mejor opción. Y mira que no tengo nada en contra de nuestro guía en concreto, de hecho, era muy simpático y profesional. Solo estaba haciendo su trabajo. Pero yo no creí que salir a la calle fuera tan terrible, así que le dije a Rebeca que por favor fuéramos a investigar un poco.

De verdad que caminar sin seguir a alguien me hizo sentir libre de nuevo. Anduvimos 10 minutos por una zona que no era especialmente bonita, hasta llegar a una calle local con mucha vida donde no había ni un solo turista.

La pizzería egipcia

La verdad es que nuestros prejuicios hacían que pudiéramos sentir algo de miedo. Había gente que vestía al modo occidental, pero también muchos hombres con chilaba y mujeres con hiyab. Si a eso le uníamos que el árabe tiene sonidos guturales que no estamos acostumbrados a escuchar, provocaba que la situación nos infundiera cierto respeto. Pero no es real, es solo porque para nosotros es algo desconocido.

Intentamos olvidarnos de esos prejuicios y entramos a una pizzería egipcia que había visto en Google y parecía tener buena pinta. Pero Elegir y pedir era casi imposible ya que todo estaba escrito con caracteres árabes.

La carta del restaurante, todo claro

Nos pusimos a intentar traducirlo con el móvil, sin mucho éxito, hasta que un hombre se nos acercó hablándonos en un intento de inglés. Lo recibimos con recelo. Nos dijo que si necesitábamos ayuda, y le dijimos que queríamos pedir una determinada pizza pero no conseguíamos entendernos. Nos dijo que no nos preocupáramos, que él nos ayudaba a elegir y además nos invitaba a cenar… Uy que raro nos pareció, si no nos conocía nada. Rebeca y yo nos miramos pensando que algo malo iba a pasar.

Pero no fue así. Nos dijo que nos sentáramos con él fuera, nos pidió bebidas, y nos empezó a contar que en El Cairo tratan muy bien a los visitantes. Que él se fue a vivir a Dubai sin apenas dinero y que poco a poco había ido consiguiendo trabajos, hasta hacerse bastante rico. Y que volvía de vez en cuando a casa. Al poco tiempo trajeron nuestra pizza, y él muy educadamente se levantó y nos dejó comer.

Nuestra pizza egipcia. Tiene masa de hojaldre y está rellena de varios tipos de carne

Al acabar le dijimos que nos gustaría pagar, y nos dijo que éramos sus invitados. Le dimos la gracia flipando. Pensábamos que nos iban a atracar y acabaron invitándonos a cenar. Volvimos al hotel con muy buen rollo en el cuerpo.

Sexto día

El sexto día nos levantamos emocionados, ya que por fin íbamos a ver las pirámides. Nos citaron a las 7.00 para desayunar y coger el bus hacia la Necrópolis de Guiza, donde están las pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos, así como la Esfinge. Y para que voy a mentir, me encantaron. No solo el entorno, si no la experiencia de entrar en la más grande de las tres. Hace mucho calor dentro pero es algo mágico.

Las pirámides de Giza

Aunque como podéis imaginar, por el otro lado estaba muy muy lleno de gente.

El exterior del recinto de las pirámides

Al terminar hicimos una visita a Memphis y al conjunto funerario de Sakkara famoso por su pirámide escalonada.

Sakkara

Después de la excursión teníamos comida en un restaurante. Allí nos esperaban varios locales tocando tambores y cantando a la puerta. ¡Otro espectáculo guiri noooo! Comimos, bastante mal, y volvimos al hotel. Por la tarde nos dimos una vuelta corta por El Cairo.

Séptimo día

El séptimo día teníamos la opción de hacer visita organizada a El Cairo por la mañana y visita organizada por la noche. Yo había quedado con Rebeca en que al menos un día lo haríamos por nuestra cuenta, y creo que fue la mejor elección. Nos movimos en Uber muy cómodamente, yendo de un lado a otro por menos de dos euros el trayecto, y visitamos la Ciudadela, la Mezquita de Alabastro y el Barrio Copto.

Mezquita de Alabastro
Interior de la Mezquita de Alabastro

Todo el mundo fue a ver el Museo de Arte Egipcio, pero Rebeca y yo teníamos mucha saturación de visitas y decidimos no ir. La verdad es que no me arrepiento. Descansamos en el hotel y por la tarde fuimos al gigantesco bazar de Khan el Khalili.

Bazar

Octavo día

En el itinerario del viaje organizado te venden un octavo día, pero es un engaño total ya que nos citaron a las 4.15 de la mañana en la recepción para coger el avión a las 8 y regresar a Madrid. Así que ese octavo día no hicimos nada de nada.

Volví hace dos semanas y todavía sigo cansado… Manteniendo la sensación de que Egipto es maravilloso, pero lo que han montado alrededor no le hace ningún favor.

Como información adicional, el viaje costó 1.075€ incluyendo la tasa de servicios y el visado. Aparte contratamos excursiones adicionales por valor de unos 125€, haciendo un total de unos 1.200€

Un comentario en “Egipto”

  1. Hice el mismo viaje hace más de 15 años y fue casi calcado. Me quedo con toda la Historia detrás de esos monumentos que no tiene absolutamente nada que ver con el Egipto actual.

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