Hace cinco años me recorrí Sri Lanka en tuk tuk. Pero no de pasajero, ¡conduciéndolo! Cumplía cuarenta años, ya había visitado bastantes países de Asia, y quería hacer algo diferente. Así que buscando información vi varios blogs en los que viajeros contaban que lo habían alquilado y hecho todos los trayectos con él.
Un tuk tuk es un vehículo de tres ruedas con motor. En la parte de delante va una persona que conduce con un manillar con marchas como si se tratara de una moto Vespa. Detrás hay espacio para dos personas. Es el sistema tradicional de transporte en Sri Lanka, donde se calcula que hay unos 800.000 circulando por sus carreteras.
Me llamó mucho la atención poder hacer un viaje sin necesitar reservar distintos medios de transporte internos. Así que buscamos donde alquilarlo y llegamos a la web de Rocky, de Pick and Go Travel. Su historia es curiosa. Era taxista y como muchísimos otros llevaba gente de un lado a otro con su tuk tuk. Compitiendo en un mercado muy saturado con miles de taxistas más. Un día uno de sus clientes, un turista extranjero, le dijo que le haría ilusión conducirlo para ir a otra ciudad. Aunque no era habitual, Rocky supo aprovechar la oportunidad y pidió a un amigo que le prestara uno que no usaba para alquilárselo a su cliente, que quedó encantado. Le pareció que ahí podía haber un buen negocio así que hizo una web donde los ofrecía. Un influencer español llegó a la página, lo alquiló, lo puso en su blog, y empezaron a llegarle decenas de clientes. Poco a poco fue comprando más y ahora tiene una empresa con cincuenta vehículos que se encarga de alquilar por temporadas, casi en su totalidad a viajeros españoles, ya que se ha puesto de moda.
Alquilarlo costaba solo 25 dólares al día. Para llevarlo, además de tener el carnet internacional de conducir en vigor, hay que sacarse el permiso de vehículos de tres ruedas de Sri Lanka. Como eso era un impedimento, ya que suponía que los turistas tuvieran que ir a la oficina de tráfico de la capital y hacer un proceso burocrático complejo, Rocky también vio el negocio y hace la gestión por 50 dólares. Lo contratamos todo por su web y quedamos con él en el aeropuerto, a nuestra llegada.
Nos recogió, nos enseñó a conducirlo, nos dio nuestro carnet esrilanqués y no despidió hasta quince días después. Teníamos una ruta de unos 1.000 kilómetros por delante a una velocidad máxima de 50 kilómetros por hora. Llevábamos algunos hoteles reservados por Booking pero el resto los fuimos cogiendo sobre la marcha.
Partimos de Negombo, donde está el aeropuerto, hacia Sigiriya para ver su famosa roca. De allí a Kandy, donde dejamos el tuk tuk a un conocido de Rocky con el que ya habíamos quedado para poder nosotros coger el tren que te lleva a Nuwara Eliya a través de montañas y campos de arroz.
Allí nos estaba esperando de nuevo nuestro conductor con el tuk tuk, que volvimos a coger para ir al precioso pueblo de Ella. Después de dos días partimos hacia Udalawane, donde visitamos una reserva natural con cientos de elefantes que pasaban a nuestro lado. Unos cientos de kilómetros más y llegamos a la zona de plaza, a Tangalle, a un hotel cuyas habitaciones estaban en árboles en la propia arena. Pasamos después por las localidades costeras de Mirissa y Bentota, y acabamos en la capital para devolver el Tuk Tuk.
Fue muy surrealista conducir ese cacharro por las calle del país, con nuestra música a tope que casi no se oía del ruido del motor, y las risas de los autóctonos al vernos pasar. Pocas veces en un viaje he sentido esa libertad de poder moverme a mi manera, despacito, disfrutando del momento sin prisas ni obligaciones.