Los fiordos noruegos y pivotar

Este año me he venido de vacaciones a los fiordos noruegos. Pero no debería estar aquí, ya que tenía billetes de avión y un viaje bastante organizado a la Patagonia Argentina. Las cosas se fueron complicando y ahora escribo esto desde un camping al lado del fiordo de Geirander, a miles de kilómetros de mi destino inicial.

Estoy aquí con mi amigo Pos, con el que hace unos 15 años hice uno de los viajes más especiales que he vivido hasta la fecha. Queríamos nieve y frio, así que pusimos un mapa sobre la mesa, y apuntamos al punto más al norte al que se podía ir como turistas. Se trataba de las islas de Svalbard, más arriba del círculo polar ártico y bien cerca del polo norte. Fue un viaje de ensueño a 25 grados bajo cero con excursiones por glaciares y auroras boreales. Desde entonces siempre había hablado con mi amigo de hacer el más difícil todavía, y después de estar en el polo norte, visitar el polo sur.

Este año en mayo, cuando parecía que el Covid iba remitiendo, cogimos de nuevo un mapa y pusimos el dedo sobre la Antártida. Pero al poco caímos que en agosto allí es invierno y por tanto siempre de noche, por lo que no tenía mucho sentido. Así que decidimos acercarnos lo más posible, y viajar a Ushuaia, la ciudad más austral del mundo. Y ya de paso visitar el Perito Moreno y algo más de la Patagonia. Buscando aventura, alejarnos del calor de Valencia y Madrid y el sueño ese de ser de los pocos que han estado (casi) en el polo norte y (casi) en el polo sur.

Así que nos sacamos los billetes de avión confiando en que en agosto ya se podría viajar con normalidad. Pero todo se fue poniendo difícil en Argentina y a un mes de volar el país se cerró a turistas, por lo que no había forma de ir. ¡Qué rabia cuando se tuercen los planes! Cada día mirábamos la web del gobierno argentino para ver si salían novedades, revisábamos la incidencia de casos y esperábamos a que mejorara. Pero empeoraba. Cuando vimos que no teníamos ya muchas más opciones reclamamos el importe de los vuelos a la aerolínea, pero no nos respondían. Estábamos un poco atados sin poder viajar, sin el dinero de nuestros billetes y sin una respuesta. Justo en ese momento en el que esperas que algo se arregle pero no haces nada para cambiar la situación. Hasta que un día nos hartamos y simplemente decidimos buscar otro destino. No tenía sentido seguir esperando a merced de algo que no podíamos controlar, hipotecando nuestras vacaciones.

Volvimos al mapa y nos decidimos por recorrer Islandia en coche. Pintaba super bien, pero cuando íbamos a comprar el vuelo nos dimos cuenta de que debido a la poca antelación los precios de los coches de alquiler eran desproporcionados. Más de 500€ al día, lo que suponía la friolera de unos 5.500€ por el alquiler de 11 días. Así que de nuevo decidimos cambiar. No el objetivo de buscar frio y aventura… si no la forma de llegar a él. Y nos decidimos por Noruega, país al que se podía entrar con la pauta vacunal completa.

Y aquí estamos. Hace un mes no tenía ni idea que íbamos a descubrir este país apabullante donde la naturaleza ha ganado la batalla al hombre y se muestra a lo bestia. En lugar de llorar por Argentina (…) y por lo que podía haber sido, buscamos opciones, olvidamos lo que no fue y nos centramos en lo que podía ser.

Pivotar

Esto es lo que en las startups se llama pivotar. El término fue popularizado por Eric Ries, el creador de la filosofía Lean startup. Pivotar es algo bien simple: cambiar rápidamente la estrategia, el modelo de negocio o lo que no funciona en una empresa. Olvidando la «super» idea inicial, sin dramas, para enfocarse en lo que realmente está funcionando o en lo que puede funcionar. La idea es sencilla, pero es de las cosas más complicadas de llevar a cabo, ya que los emprendedores solemos enamorarnos de nuestra idea de negocio, y nos resistimos a asumir que no funciona. Pivotar, por tanto, no es fracasar. Fracasar es no darse cuenta a tiempo y tener que cerrar. Fracasar hubiera sido quedarnos en Valencia esperando a que nos devolvieran el dinero de Aerolíneas Argentinas.

Teniendo en cuenta que los emprendedores nos enfrentamos a muchos más fracasos que éxitos, creo que identificar lo que no funciona y abandonarlo sin pena ni duelo para buscar otras opciones, es más importante aun que identificar lo que funciona, sistematizarlo y escalarlo. De hecho Rudo, mi empresa actual, es el resultado de una startup que no funcionaba y decidimos pivotar por completo para convertirla en una compañía de servicios de desarrollo de apps, que ahora sí que va bien.

Así que aquí estoy, disfrutando de los fiordos noruegos de la forma más simple, con un coche de alquiler y una tienda de campaña. Espero que tú también estés pasando unas buenas vacaciones. Nos vemos a la vuelta.

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