“¿Mexico? ¡Pero si eso es súper peligroso!”. Esto es lo que yo decía siempre. Hasta que me preguntaban qué cómo lo sabía, que si había estado. Y claro, me tenía que comer mis palabras. Porque hablaba de oídas, prejuzgando. Y es que me he recorrido casi todos los países de Asia, pero nunca me había atrevido con Latinoamérica. No se por qué, en mi mente era peligroso y prefería evitarlo.
Pero en mi último viaje a Tailandia como digital nomad conocí a muchos viajeros que me hablaban maravillas de la zona. Que habían viajado solos sin hablar ni gota de español y no habían tenido ningún problema de seguridad. Pero de esos con pinta de guiri, de los que se nota a leguas que son extranjeros y parece que van diciendo “atrácame”. Y tan felices por allí. Sí que me decían que no es Asía, que no puedes ir a las dos de la mañana por la calle más oscura a sacar dinero, con un iPhone en una mano y un Apple Watch en la otra. Pero que es tan sencillo como tener precauciones, saber dónde meterse y no ir enseñando la pasta.
Así que me reñí por ser igual de prejuzgador que las personas a las que critico, y decidí que tenía que descubrirlo por mí mismo. Me saqué un billete y este miércoles… ¡me voy seis semanas a México!. A trabajar desde allí dirigiendo mis dos empresas en España. Ahora, cada vez que se lo cuento a alguien, me dice lo mismo que decía yo. Que es genial si ha estado y que es muy peligroso si no ha estado.
Esto me ha hecho pensar que esta forma de hacer las cosas es muy común. Todo acojona mucho más cuando no se conoce, cuando está lejos. Y se vuelve más amigable cuando ya se ha hecho una vez. Nuestra cabeza es nuestro mayor enemigo a la hora de emprender nuevos caminos, nos intenta convencer de que debemos huir de lo desconocido, ir a lo seguro. Pero cuando nos enfrentamos a nuestros miedos descubrimos cosas maravillosas. Bueno, y a veces nos la pegamos, pero aprendemos y eso nos hace más fuertes.
Por eso me encanta viajar. Porque cada día se hace algo que nunca se ha hecho antes. Y la adrenalina de la novedad engancha. Desde que vine de mi viaje de cuatro meses no he parado de pensar en volver a irme. En dejar la tranquilidad de la oficina por un tiempo y trabajar otra vez desde sitios nuevos. Así que estoy super ilusionado.
Voy a hacer lo mismo que la vez anterior, intentar seguir el flow. Que ya hago bastante planificación en mi vida normal con el Google Calendar cuadrado hasta el último minuto. Vuelo a Ciudad de México y tengo hotel y coworking con buen internet para los primeros cuatro días. Nada más. No se que más ciudades voy a visitar, no se dónde voy a estar, no se dónde voy a dormir. Solo se que tengo que trabajar seis horas y tener un Skype diario con el equipo. Y ninguna preocupación más durante el día, solo dejarme llevar y disfrutar.
Tendré cuidado, así que espero que no me pase nada malo. Y si me pasa, que me quiten lo bailao. ¡Os sigo contando desde México!
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