Tres semanas desde Japón

Después de dos meses trabajando desde Tailandia, necesitaba un poco de contraste, así que decidí cambiar de país. Bueno, por eso, y porque se me acababa la visa. Tenía dos opciones, ir y volver a otro país para tener visado de nuevo; o irme directamente durante un tiempo. Aprovechando que a principios de junio era el cumpleaños de mi socio (y mejor amigo) decidí proponerle ir a Japón y encontrarnos allí.

Yo llegué una semana antes, y la dediqué a trabajar mucho para después aprovechar y hacer algo más de turismo. Después llegó Fer a pasar dos semanas, en las que viajamos de Tokio a Kioto, después a Osaka, Nara e Hiroshima.

Japón es uno de los países más curiosos que he visitado, ya que, pese a la globalización, sigue teniendo muchas costumbres locales y siendo fiel a sus tradiciones. Esto, unido a la barrera del idioma que es brutal, hace que de verdad sientas que estás viajando. Aquí os cuento un poco nuestro itinerario y muy brevemente lo que hicimos.

Tokio

Pasé la primera semana trabajando mucho desde un coworking llamado Lodge, que pertenece a Yahoo y ocupa una planta entera de sus oficinas. Era ya mi tercer mes viajando mientras dirijo rudo apps, mi empresa de desarrollo de aplicaciones, y mi tienda de ropa en España.

Desde el piso 18 de Lodge hay una vista espectacular, y eso unido a que es gratis lo hacen una opción perfecta para trabajar desde Tokio. Lo más complicado es sacar el pase del día, ya que necesitas hacerte un usuario de Yahoo Japón, y hacer eso en japonés es imposible si no te ayuda nadie.

Coworking Lodge by Yahoo en Tokio

Dormía cerca en un hotel cápsula (toda una experiencia). Cuando llegó Fer nos trasladamos a un hotel normal, ya que la cápsula mola pero se acaba haciendo bastante claustrofóbica. 

Hotel cápsula de la cadena Nine Hours en Tokio

He de reconocer que mientras Fer estuvo conmigo no conseguí trabajar mucho. Cuando estás solo te haces un horario de forma más sencilla, pero cuando estás con alguien hay muchas más distracciones.

Shinjuku en Tokio

Caminamos mucho por la ciudad, hicimos compras frikis en Akihabara y no paramos de comer cosas super buenas. Creo que la comida japonesa es de las más variadas y ricas que he conocido.

Atún exquisito en Japón

Kioto

Después de varios días en Tokio viajamos a Kioto. Es como ir a otro mundo, porque pasas de una mega ciudad a otra mucho más tranquila, de casitas bajas y templos antiguos. Entre otras cosas visitamos el Fushimi Inari(el templo de los 1000 toriis) y el bosque de Bambu, que al menos a mí me decepcionó bastante por que es muy pequeño y está petado de gente.

Fushimi Inari (el templo de los 1.000 toriis)
Bosque de bambú en Kioto

Osaka

Después nos fuimos a Osaka, y allí estuvimos varios días, aunque no es una ciudad tan turística. El objetivo era visitar a nuestra amiga Eri, a la que conocimos hace ocho años en EEUU mientras estudiábamos.

Dotonbori en Osaka

Ahora se ha casado, tiene una hija y la hemos visto de nuevo. Es genial tener amigos en diferentes partes del mundo. Nos llevó a sitios locales a comer y a beber, y también nos invitó a su casa donde hice una tortilla de patatas riquísima.

Haciendo Takoyaki en Osaka

Onomichi a Imabari

Desde Osaka decidimos dejar el turismo de masas y hacer algo que moría de ganas de hacer desde que lo vi en un video de mi amigo Enrique Alex. Se trata de la Shimanami Kaido, una ruta en bicicleta que visita 7 islas y cruza 6 puentes a lo largo de 70 kilómetros.

Uno de los puentes de la Shimanami Kaido

Espectaculares las vistas y genial conocer un poco más el Japón más rural y profundo.

Cruzando el último puente en bicicleta

Hiroshima

Como teníamos el Japan Railpass decidimos aprovechar y viajar a Hiroshima. Vale la pena visitar la ciudad para ver con calma el Museo Memorial de la Paz y darnos cuenta lo dañinos que podemos ser los humanos.

Memorial de la Paz en Hiroshima

Miyajima

Esta isla famosa es una de los paisajes más fotografiados de Japón. Desde Hiroshima se tarda menos de una hora, incluyendo el ferry. El tori gigante en medio del mar es majestuoso, y además lo puedes tocar cuando baja la marea. Desafortunadamente estaba en obras así que no lo pudimos disfrutar de la misma manera.

El torii gigante de Miyajima

Nara

De vuelta o Osaka, ya que desde ahí Fer cogía el avión de vuelta a España, visitamos Nara. A solo una hora de tren se encuentra una de las ciudades más bonitas de Japón, con templos gigantes y cientos de ciervos en libertad. Y muchos, muchos turistas.

Ciervos en Nara
Templo Todaiji en Nara

El estilo de vida japonés

Lo que más me ha llamado de los japoneses es lo organizado que tienen todo. Han estudiado cada acción que un humano pueda hacer, y han inventado un procedimiento para que salga perfecta. Como tienen poco espacio y son mucha gente, tienen que ser eficaces.

– El váter te echa agua en el sitio exacto, está calentito, tiene sonidos relajantes y desodorante integrado.

– El metro y el tren tienen señalado en los andenes donde quedará la puerta del tren cuando pare, junto con pegatinas de pies para ponerse encima y así hacer colas perfectas.

– En los restaurantes pides y pagas en una máquina antes de entrar, y así cuando te sientas te sirven directamente y luego no tienes que esperar a la cuenta.

– Pero lo que más me llamó la atención en su ansia por dar instrucciones para todo, fue cuando hicimos una excursión a Onomichi. Había que subir muchas escaleras y en lo alto había un mirador, con unos bancos para sentarse y unos carteles que ponían «romantic place», ¿hasta el lugar donde ser romántico tiene que estar escrito?

Para mi el problemas de que esté todo tan organizado, es que te olvidas de pensar y acabas simplemente siguiendo instrucciones. Esto tiene mucho que ver con el estilo de vida japonés.

Japoneses estándar

En su ansia porque todo funcione perfecto, también han estandarizado a las personas. Por eso les inculcan desde pequeño los pasos que tienen que dar. Eso ya pasa en España, pero en Japón va mucho más allá. Saben que tienen que estudiar, saben que tienen que trabajar mucho, saben que se tienen que casar (hay una presión brutal sobre esto), que tienen que comprarse un piso y tener un hijo. Y entonces, cuando ya lo tienen todo, ya solo tienen que seguir trabajando incansablemente para pagar lo que han conseguido.

Y es que los japoneses trabajan mucho, desde que llegan a la oficina hasta que se van por la noche después de haber hecho al menos un par de horas extras porque sí. Y lo curioso es que parecen intercambiables. Cuando vas en el metro temprano ves miles de japoneses vestidos exactamente igual, como si llevaran uniforme. Con pantalón o falta negra, camisa blanca, zapatos negros y maletín. En fila, perfectamente ordenaditos. Hablando bajito, para no molestar. Con respeto total hacia el resto e intentando no hacerse notar. Porque todo tiene que ser según lo establecido.

Pero viven tan dirigidos en su vida, tienen tanta presión por seguir lo establecido, que al final tienen que explotar por algún lado. Por eso cuando salen de trabajar normalmente se van a una izakaya (bar típico) a emborracharse solos o con sus compañeros de trabajo. Cada día. Esto es algo tan común que ha generado un problema de alcoholismo brutal.

Y cuando están en su tiempo libre se desbocan, y pasan de ser estándares a tener que llamar la atención, con los peinados y la ropa más loca.

Japón como ejemplo empresarial

Japón me parece un ejemplo perfecto para aplicar sus curiosidades a las empresas. ¿Qué pensáis vosotros?

¿Preferís tener cerca personas que siguen perfectamente instrucciones o personas que intenten buscar nuevas soluciones? Cuando haces tanto esfuerzo en controlar a las personas, ¿acaban explotando y todo acaba siendo peor? ¿Cuándo todo funciona se mata la creatividad?

2 opiniones en “Tres semanas desde Japón”

  1. Buenas noches,

    Me gusto mucho resumen que hiciste de tu viaje, es muy completo, me encantaría visitar Japón algún día; en cuanto a tus preguntas, personalmente creo que siempre debe haber un orden, una guía de como hacer las cosas, me encanta la comodidad y lo fácil, pero tiene que haber un equilibrio para que las cosas no se salgan de control en determinado punto, las personas necesitan pensar, crear (no solo tecnología), «todo en exceso es malo», desde hace décadas nos dicen eso y estoy segura que cada uno de nosotros tiene una experiencia que contar al respecto, mi conclusión «Equilibrio» es lo que debemos buscar de implementar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *