Bali y el flow

¡Hola Bali! Todavía no tengo muy claro porque estoy aquí. Yo que siempre lo he planeado todo, ahora decido cosas casi el último día. Uno de mis objetivos al venirme cuatro meses a trabajar desde Tailandia era lo que llaman “dejarse llevar por el flow” un poco más. Y me he dejado llevar tanto que dejé Tailandia, me fui a Japón y ahora estoy en Bali.

Pero para mí “fluir” es difícil. Llevo organizando cosas desde que era un niño, y no he parado. Y de tanto hacerlo me he dado cuenta que se me da muy bien. Organizo todo hasta el último detalle, tanto en el trabajo como en mi vida personal. Y mis amigos me siguen, hace dos años monté un viaje por Indonesia y nos juntamos doce. No solo compré desde España todos los vuelos y hoteles, si no que tenía mirados los sitios donde íbamos a comer y qué teníamos que pedir. A ver, eso no significa que no deje espacio para las cosas que surgen. De hecho, son las que más acabo disfrutando, pero si que es verdad que me encanta organizarlo todo.

Así que cuando decidí venirme a Tailandia hice un mix entre la organización y el flow. Trabajé muchísimo para tenerlo todo perfectamente preparado en el trabajo, pero me puse una prueba a nivel personal: no iba a organizar nada del viaje. Sólo me compré el billete de ida y vuelta, y reservé hotel para los diez primeros día. Nada más.

Chiang Mai en Tailandia

Primero pasé unos días en Bangkok y después me fui a Chiang Mai donde estuve tres semanas. Y mientras estaba ahí las cosas fueron surgiendo. Mi amiga Rebeca venía a Tailandia y a mí me apetecía mucho su visita, así que nos quedamos unos días y después nos compramos un billete para las islas.

Ko Tao y Ko Phangan en Tailandia

Primero estuvimos en Ko Tao y después nos fuimos a Koh Phangan. Mi amiga Rebeca se volvió a España, y yo descubrí un coworking maravilloso y me enamoré de la isla, así que me quedé ahí durante un mes.

Japón

Se me acababa la visa tailandesa, así que tenía dos opciones, irme durante un par de días a otro país y volver para tener visa de nuevo, o irme directamente a otro lugar por un tiempo. Así que aprovechando que iba a ser el cumpleaños de mi socio y mejor amigo Fer, y le propuse organizar juntos un viaje a Japón y de paso trabajar desde allí. Pasamos tres semanas geniales recorriendo el país. Pero Fer se volvía a España y yo aun no había decidido cuál iba a ser mi próximo destino, así que no tenía billete ni alojamiento. Una vez más intenté dejarme llevar por el flow y me decanté por Canggu, un pueblo en la costa de Bali.

Canggu en Bali

Nunca había oído hablar de este lugar, pero he ido encontrándome digital nomads durante mi viaje que me han ido trayendo hasta aquí. Primero una chica estadounidense que conocí en un hostel en Chiang Mai. Solía trabajar desde Bali y me hablo del coworking donde estaba. Lo miré bastante, pero no me acababa de convencer. Después estuve informándome y Canggu se considera el mejor sitio del mundo para trabajar en remoto. Mientras estaba en Japón un chico portugués al que no conocía, Gonçalo, comentó en un post mío de Linkedin hablándome de las maravillas de Canggu.

Así que parecía que el flow me traía hasta aquí y tuve que seguirlo. Canggu es el paraíso de los digital nomads. Tiene alojamiento barato, un internet decente, y la comunidad más grande que yo he visto hasta ahora. Casi cualquier persona que te encuentras por la calle ha decidido dejar su puesto de trabajo normal en su ciudad, y ahora se dedica a viajar por el mundo y trabajar en remoto desde su ordenador. La gente hace cosas muy distintas: marcas de ropa, diseñadores gráficos, programadores, traders bursátiles, blogueros de viajes… Gente muy interesante, algunos con proyectos incipientes y otros con empresas consolidadas.

En poco tiempo me he instalado y voy a pasar aquí el último mes de mi viaje. Ya tengo todo lo necesario:

Alojamiento. Gonçalo me comentó que en su villa había habitaciones libres, me pasó un contacto y aquí estoy. Pago 500€ por el mes. Hay opciones más baratas, pero estamos en julio, la temporada más alta, y lo reservé con dos días de antelación.

Moto. En Canggú todo el mundo tiene moto. Como en muchos otros sitios del sudeste asiático, las aceras brillan por su ausencia, así que me he alquilado una en el mismo sitio del alojamiento. Me han hecho un precio muy barato, creo que porque mi moto es antigua. Solo pago 35 euros por un mes. Lo normal es entre 50 y 100 euros al mes dependiendo el tipo de moto

Teléfono. Imprescindible para trabajar desde aquí, en este caso de 13 gigas por 10 euros al mes.

Coworking. Aquí he tirado la casa por la ventana. Los coworking en Bali son carísimos, porque hay muchos digital nomads que solo pasan unos días, así que han tenido que adaptar los servicios a estancias muy costas. Pago 180€ por un mes, aunque hay opciones más baratas si quieres venir solo unas horas determinadas. Se llama Dojo y es bastante especial, en el próximo post lo enseñaré.

Dojo en Bali

Así que aquí voy a pasar mi último mes de aventura antes de volver a España. ¿Vosotros planificáis todo, improvisáis siempre o hacéis una mezcla?

Un comentario en “Bali y el flow”

  1. Me ha encantado lo del flow! Yo siempre he sido de disfrutar de la improvisación. Pero desde que tengo hijos los viajes son bastante organizados en cuanto a donde dormir. Ya lo de que hacer cada día, lo dejamos bastante abierto y me veo el día antes de despegar buscando visitas turísticas, guías de las cuidades que vamos a visitar, recomendaciones de sitios para comer… Vamos, que organización… la mínima e imprescindible.
    Me encantaría poder hacer una de esas que estas haciendo tu…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *